Los próximos días 7, 8 y 9 de noviembre los tripulantes del Velero Tintín van a impartir un Curso de meteorología práctica en A Coruña.
Para alguien como yo, que sólo tiene unos básicos y más bien escasos conocimientos teóricos de la materia, ver la palabra "práctica" en un curso es como un imán para apuntarse.
¿Podré, por fin, desentrañar esos extraños gráficos y mapas de isobaras?.
¿Seré capaz de interpretar esos números, esos signos, esas flechas ...?.
Pronto lo averiguaré.
¡Viva Mariano Medina, héroe de los tiempos oscuros de la meteorología!.
Quien lo vería ahora, con todas esas pantallas táctiles, fotos y demás parafernalia que acompaña ahora a los espacios televisivos que nos informan del tiempo.
Esta es la página web para que os apuntéis y, de paso, la conozcáis.
http://velerotintin.blogspot.com.es/
jueves, 16 de octubre de 2014
viernes, 19 de septiembre de 2014
También la tapicería
Estoy que no paro. Una cosa pide otra y otra y otra ...
Empiezas cambiando un azulejo agrietado y acabas reformando toda la casa.
Y en los barcos lo mismo, o más.
Cuando ves algo restaurado y como nuevo quieres que todo luzca bonito, y sobre todo limpio.
La tapicería interior en un tiempo lejano debió de ser preciosa, pero ahora tenía una tonalidad blanco sucio, que no roto, pero sucio de porquería, de restos acumulados en sus más de 30 años de vida. En las fotos parece más nueva de lo que realmente está. Os aseguro que no la cambio por vicio ni por aburrimiento.
Daría para tomar muestras de ADN a un equipo forense hasta jartarse.
Tengo la suerte de que mi hermana es una artesana y se va a encargar de tapizarme los cojines. Eso sí, no puedo tener prisa, no es elegante. Ella tiene su propio ritmo interior, ¿para qué cabrearse por los retrasos?. No sirve pa ná.
Voy al barco un día con tiempo tonto, ni llueve, ni hace viento, ni sol, y desembarco en varias tandas los cojines del salón, que son muchos. Los acomodo como puedo en el coche y se los llevo a mi tapicera. Hay que subirlos a un cuarto piso, ¡qué duro es todo!. Siempre trabajando.
Tengo que comprar la tela, ¡qué pereza ir al almacén de tapicería y empezar a buscar!. Tiene que ser sufrida pero alegre, barata pero buena, amorosa pero resistente. No sé si empaparme de las tendencias del Marie Claire y del Telva.
Elijo una loneta , en color azul, fácil de limpiar, dice el vendedor (habrá que verlo).
Vamos a cambiar al Siddharta por dentro, se lo merece.
Mi hermana y mi cuñado descosen las fundas viejas de los cojines para ver si podemos aprovechar la espuma interior. ¡Viva!. Sirve y me ahorro una pasta. Tengo que comprar unas cremalleras y unos velcros, poca cosa para una millonetis como yo.
La paciencia empieza a escasearme, mi tapicera no la rasca y los cojines siguen tal cual, desarmados e inacabados.
Amenazas, promesas, ruegos, llantos y por fin todo empieza a avanzar. Menos mal que mi cuñado es un sol y le pone ganas.
¡Aleluya!, ya están listos los cojines. Desando verlos puestos, allá los bajamos del cuarto piso, los metemos de nuevo en el coche, los subimos al barco y los colocamos en el salón.
Magnífico resultado. Una gozada verlo todo tan colocadito y limpiño.
Gracias Susi, gracias Quino. Y gracias a Inés y a Antón, mis sobrinos que también colaboraron bajándolos por las escaleras. ¡Sois unos cracks!
Empiezas cambiando un azulejo agrietado y acabas reformando toda la casa.
Y en los barcos lo mismo, o más.
Cuando ves algo restaurado y como nuevo quieres que todo luzca bonito, y sobre todo limpio.
La tapicería interior en un tiempo lejano debió de ser preciosa, pero ahora tenía una tonalidad blanco sucio, que no roto, pero sucio de porquería, de restos acumulados en sus más de 30 años de vida. En las fotos parece más nueva de lo que realmente está. Os aseguro que no la cambio por vicio ni por aburrimiento.
Daría para tomar muestras de ADN a un equipo forense hasta jartarse.
Tengo la suerte de que mi hermana es una artesana y se va a encargar de tapizarme los cojines. Eso sí, no puedo tener prisa, no es elegante. Ella tiene su propio ritmo interior, ¿para qué cabrearse por los retrasos?. No sirve pa ná.
Voy al barco un día con tiempo tonto, ni llueve, ni hace viento, ni sol, y desembarco en varias tandas los cojines del salón, que son muchos. Los acomodo como puedo en el coche y se los llevo a mi tapicera. Hay que subirlos a un cuarto piso, ¡qué duro es todo!. Siempre trabajando.
Tengo que comprar la tela, ¡qué pereza ir al almacén de tapicería y empezar a buscar!. Tiene que ser sufrida pero alegre, barata pero buena, amorosa pero resistente. No sé si empaparme de las tendencias del Marie Claire y del Telva.
Elijo una loneta , en color azul, fácil de limpiar, dice el vendedor (habrá que verlo).
Vamos a cambiar al Siddharta por dentro, se lo merece.
Mi hermana y mi cuñado descosen las fundas viejas de los cojines para ver si podemos aprovechar la espuma interior. ¡Viva!. Sirve y me ahorro una pasta. Tengo que comprar unas cremalleras y unos velcros, poca cosa para una millonetis como yo.
La paciencia empieza a escasearme, mi tapicera no la rasca y los cojines siguen tal cual, desarmados e inacabados.
Amenazas, promesas, ruegos, llantos y por fin todo empieza a avanzar. Menos mal que mi cuñado es un sol y le pone ganas.
¡Aleluya!, ya están listos los cojines. Desando verlos puestos, allá los bajamos del cuarto piso, los metemos de nuevo en el coche, los subimos al barco y los colocamos en el salón.
Magnífico resultado. Una gozada verlo todo tan colocadito y limpiño.
Gracias Susi, gracias Quino. Y gracias a Inés y a Antón, mis sobrinos que también colaboraron bajándolos por las escaleras. ¡Sois unos cracks!
domingo, 14 de septiembre de 2014
Navegadas en verano
Este verano no ha hecho calor, pero para navegar ha sido estupendo, sobre todo después de las ganas acumuladas durante este invierno duro y largo.
No he podido hacer travesías de varios días, el trabajo manda, pero he aprovechado todos los ratos con buenos vientos y poca lluvia.
Van algunas fotos para que veáis lo hermosa que está la Ría de Ares.
El Siddharta con dos grumetas jugando, tranquilas después de merendar y bañarse, en proa por la aleta de babor vemos O Mourón, y vamos ciñendo para hacer un bordo y poner rumbo directo a Ares. Génova algo enrollado para volver despacio y que la travesía dure más. La prisa no es elegante.
Dejando a popa la entrada de la Ría de Ferrol, con las grúas del Puerto Exterior al fondo y Punta Coitelada a babor. Mar tranquilo y poco viento.
Esta fotos es del Tiramillas, saliendo de Sada un día de poco viento y con la marea altísima, casi non se ve el espigón, son As Lagarteiras. Menos mal que no había nada de mar, sino las olas lo saltarían sin dificultad.
Un petrolero fondeado en la ría, a la altura de Lorbé, con Miño al fondo, esperando a entrar en A Coruña. El Tiramillas es minúsculo a su lado..
Acercándonos a una gran motora fondeada en la costa de Cervás, con Montefaro y sus antenas de telefonía y televisión de telón de fondo. El Tiramillas parecía la auxiliar del yate.
Una hermosa luz al ponerse el sol por detrás de Lorbé, de vuelta ya a Sada para atracar y tomar una caña en el Canalla.
No he podido hacer travesías de varios días, el trabajo manda, pero he aprovechado todos los ratos con buenos vientos y poca lluvia.
Van algunas fotos para que veáis lo hermosa que está la Ría de Ares.
El Siddharta con dos grumetas jugando, tranquilas después de merendar y bañarse, en proa por la aleta de babor vemos O Mourón, y vamos ciñendo para hacer un bordo y poner rumbo directo a Ares. Génova algo enrollado para volver despacio y que la travesía dure más. La prisa no es elegante.
Dejando a popa la entrada de la Ría de Ferrol, con las grúas del Puerto Exterior al fondo y Punta Coitelada a babor. Mar tranquilo y poco viento.
Esta fotos es del Tiramillas, saliendo de Sada un día de poco viento y con la marea altísima, casi non se ve el espigón, son As Lagarteiras. Menos mal que no había nada de mar, sino las olas lo saltarían sin dificultad.
Un petrolero fondeado en la ría, a la altura de Lorbé, con Miño al fondo, esperando a entrar en A Coruña. El Tiramillas es minúsculo a su lado..
Acercándonos a una gran motora fondeada en la costa de Cervás, con Montefaro y sus antenas de telefonía y televisión de telón de fondo. El Tiramillas parecía la auxiliar del yate.
Una hermosa luz al ponerse el sol por detrás de Lorbé, de vuelta ya a Sada para atracar y tomar una caña en el Canalla.
domingo, 7 de septiembre de 2014
Restaurando la bañera
Por circunstancias de la vida que no vienen al caso soy la afortunada y orgullosa propietaria de un velero de 33 pies, antiguo, hermoso y con ganas de que lo cuiden y de que naveguen en él. Por mi no va a quedar, que más quiere el ciego que ver.
Sólo diré que su anterior propietario era tan vago y desastre que prefirió pagar para que se lo sacaran de encima y no tener que estar pendiente del barco.
Dios le da pan a quien no tiene dientes, dice el refrán. En este caso, acierta de pleno.
El velero es de fibra pero en la bañera tiene unas piezas de madera donde están los asientos y encima de los tambuchos de popa. Un detalle para hacer bonito.
La madera estaba tan deteriorada que cuando te sentabas en el culo se te clavaban las astillas a través del pantalón. Bastante incómodo, la verdad.
Había que hacer algo, así que, armada con guantes, una trencha y un martillo, empiezo a desprender el trozo del tambucho de popa de babor, el que ya tiene una esquina levantada.
¡Qué fácil, está chupao!. Sale casi entero pero .... no, nada es fácil en esta vida. Es un espejismo. Después de retirar un trozo, el resto se resiste. El puñetero está tan pegado que nada, venga martillazos y mandobles y sólo se desprendes unos retalitos.
Tengo que ir con mucho cuidado porque si le pego fuerte me puede saltar la fibra a la que está adherida la madera. Sudo, me canso, blasfemo y sigo. Pum, pum, pum. Las manos me duelen, la espalda protesta, sudo, tengo calor, quiero parar, pero soy tozuda, muy tozuda. Tardo casi dos horas en despegar la madera por completo, con algún raspazo en la fibra que tendré que reparar más tarde.
Dios, aún me queda todo por hacer, voy a tardar un día entero en quitar todo el resto.
Pero no hay otra, si no empiezo no acabo.
Lo hago en varias tandas, en mi tiempo libre y cuando la meteo es clemente conmigo.
Y después de mucho martillear, la madera vieja ya no está.
Pero ahora queda el pegamento, que debe de ser el que usan en la NASA para pegar los cohetes. No hay Dios que lo despegue. Pruebo con disolvente, nada. Pruebo con una cuchilla, nada. Pruebo con la trencha, nada. ¿Qué puedo hacer?. Eureka, coño este trozo sale casi entero. ¿Qué ha pasado?. Pues que a Lorenzo le ha dado por salir y ha calentando la fibra y el pegamento. Como no temgo pistola de calor se me ocurre usar un secador de pelo para ir calentando por zonas.
Y funciona, golpe de secador, golpe de trencha. Y así va saliendo casi todo.
Con masilla de dos compontente que tenía para unos desconchones, voy tapando algunos socavones que inevitablemente se forman, a pesar del cuidado que pongo en los golpes. Queda perfecto, la madera nueva tapará todo y no se notará.
Después de mucho mirar y preguntar, encargo unas láminas de teka ya pegadas y cortadas a medida.
Llegan a casa, no sin algún incidente en el transporte, ya que las enviaron a Carmarles por error.
Las pego encima de la fibra ya limpia y calafateo los bordes para que quede niquelado. Cinta de carrocero, buen puslo, poco viento y paciencia. ¡Mira que mancha la puñetera Sika!. Ni con guantes, tengo las manos negras.
Resultado espectacular. Al Siddharta le hemos sacado unos añitos de encima.
Sólo diré que su anterior propietario era tan vago y desastre que prefirió pagar para que se lo sacaran de encima y no tener que estar pendiente del barco.
Dios le da pan a quien no tiene dientes, dice el refrán. En este caso, acierta de pleno.
El velero es de fibra pero en la bañera tiene unas piezas de madera donde están los asientos y encima de los tambuchos de popa. Un detalle para hacer bonito.
La madera estaba tan deteriorada que cuando te sentabas en el culo se te clavaban las astillas a través del pantalón. Bastante incómodo, la verdad.
Había que hacer algo, así que, armada con guantes, una trencha y un martillo, empiezo a desprender el trozo del tambucho de popa de babor, el que ya tiene una esquina levantada.
¡Qué fácil, está chupao!. Sale casi entero pero .... no, nada es fácil en esta vida. Es un espejismo. Después de retirar un trozo, el resto se resiste. El puñetero está tan pegado que nada, venga martillazos y mandobles y sólo se desprendes unos retalitos.
Tengo que ir con mucho cuidado porque si le pego fuerte me puede saltar la fibra a la que está adherida la madera. Sudo, me canso, blasfemo y sigo. Pum, pum, pum. Las manos me duelen, la espalda protesta, sudo, tengo calor, quiero parar, pero soy tozuda, muy tozuda. Tardo casi dos horas en despegar la madera por completo, con algún raspazo en la fibra que tendré que reparar más tarde.
Dios, aún me queda todo por hacer, voy a tardar un día entero en quitar todo el resto.
Pero no hay otra, si no empiezo no acabo.
Lo hago en varias tandas, en mi tiempo libre y cuando la meteo es clemente conmigo.
Y después de mucho martillear, la madera vieja ya no está.
Pero ahora queda el pegamento, que debe de ser el que usan en la NASA para pegar los cohetes. No hay Dios que lo despegue. Pruebo con disolvente, nada. Pruebo con una cuchilla, nada. Pruebo con la trencha, nada. ¿Qué puedo hacer?. Eureka, coño este trozo sale casi entero. ¿Qué ha pasado?. Pues que a Lorenzo le ha dado por salir y ha calentando la fibra y el pegamento. Como no temgo pistola de calor se me ocurre usar un secador de pelo para ir calentando por zonas.
Y funciona, golpe de secador, golpe de trencha. Y así va saliendo casi todo.
Con masilla de dos compontente que tenía para unos desconchones, voy tapando algunos socavones que inevitablemente se forman, a pesar del cuidado que pongo en los golpes. Queda perfecto, la madera nueva tapará todo y no se notará.
Después de mucho mirar y preguntar, encargo unas láminas de teka ya pegadas y cortadas a medida.
Llegan a casa, no sin algún incidente en el transporte, ya que las enviaron a Carmarles por error.
Las pego encima de la fibra ya limpia y calafateo los bordes para que quede niquelado. Cinta de carrocero, buen puslo, poco viento y paciencia. ¡Mira que mancha la puñetera Sika!. Ni con guantes, tengo las manos negras.
Resultado espectacular. Al Siddharta le hemos sacado unos añitos de encima.
viernes, 29 de agosto de 2014
Aprendices de navegantes
El que diga que la vela es un deporte de señoritos va muy mal encaminado.
Lo invito a venir a ver cómo aprenden estas pequeñas aprendices de marinos.
En invierno, con frío, en unas instalaciones precarias, pero en un lugar espléndido.
Que pena que los que mandan no se den cuenta de una vez que vivimos en un sitio maravilloso para que los niños practiquen vela todo el año.
Hace falta muy poquito, la naturaleza ya nos ofrece todo lo demás gratis.
Es generosa, sólo hay que cuidarla.
Esto va por Lola y las demás chicas, sois las mejores.
Opa Bazán!.
Lo invito a venir a ver cómo aprenden estas pequeñas aprendices de marinos.
En invierno, con frío, en unas instalaciones precarias, pero en un lugar espléndido.
Que pena que los que mandan no se den cuenta de una vez que vivimos en un sitio maravilloso para que los niños practiquen vela todo el año.
Hace falta muy poquito, la naturaleza ya nos ofrece todo lo demás gratis.
Es generosa, sólo hay que cuidarla.
Esto va por Lola y las demás chicas, sois las mejores.
Opa Bazán!.
jueves, 28 de agosto de 2014
Relato Isla de Tabarca
He leído en La Taberna del Puerto un relato publicado en la revista Chasse-maree que narra la aventura de unos jóvenes franceses durante el invierno de 1971 en la Isla de Tabarca.
Es muy interesante.
El enlace para ir directamente es Tabarca una isla de invierno
Gracias a los cofrades que comparten estas perlas.
Es un gustazo.
Es muy interesante.
El enlace para ir directamente es Tabarca una isla de invierno
Gracias a los cofrades que comparten estas perlas.
Es un gustazo.
martes, 26 de agosto de 2014
Arte efímero
Mi hermano es fabuloso,un hombre del Renacimiento, multidisciplinar.
Tiene su lado científico y su lado artístico.
En verano trabaja de socorrista en Ponzos y en sus ratos libres este año decoró la caseta de obra que tienen para hacer las guardias con unos dibujos espectaculares.
Usó sus dedos y ceniza de una hoguera, nada más.
El dibujo es un homenaje a Castelao. Estaba leyendo Un ollo de vidro, memorias de un esquelete y se le ocurrió pintar esta ilustración.
Arte efímero que se irá con la lluvia y el viento.
¡Opa Farru!.
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