sábado, 7 de septiembre de 2013

Reparación suelo interior

Al fin tuve tiempo de empezar y acabar la reparación del suelo interior de mi barco. Estaba muy deteriorado, ya son muchos años a sus espaldas. En las fotos parece que estaba mejor que su estado real, cuanto engaña la fotografía incluso sin el “potosho”.





El suelo es de contrachapado de 12 cm de espesor forrado con una chapa muy fina de madera, alistonada y barnizada, en su origen seguro que preciosa pero ahora estaba hecha un desastriño.
Intenté lijarla para después barnizar pero el escaso grosor hacía que la madera decorativa desapareciese, así que esta opción quedó descartada rápidamente.
Como el contrachapado está en muy buen estado busqué algún material para forrarlo, siempre teniendo en cuenta la relación calidad-precio.
Descartados los materiales "náuticos" por su elevado precio, no pongo en duda su aparente calidad, y tras bucear en este foro, la sapiencia de los ilustres cofrades me hizo decantarme por el material de Gerflor.
Escogí la gama Senso Nautic, artículo TECK BOAT. Son lamas auto adhesivas de 91,4*15,2 cm, fáciles de cortar y de instalar. Me gustaba más otro, pero sólo lo vendían en rollos de 30 m. y yo no necesitaba tanto material.
El resultado es muy bueno, espero que dure unos añitos, y el coste y el trabajo muy asumibles.
Tengo que agradecer el exquisito trato de Ana, me atendió de maravilla, despejo todas mis dudas y me aconsejo estupendamente. La web de la empresa es www.suelosdevinilo.es, por si es de interés.
El proceso fue el siguiente:
Desarmé el suelo del barco, las piezas estaban atornilladas y ya me costó lo mío quitar los tornillos satánicos oxidados, podridos y jode chinches que se partían al sacarlos.
Lo limpié minuciosamente por todos los recovecos, simplemente estropajo suave, agua y jabón, lo que mejor limpia de toda la vida. Lo dejé secar sin prisas varios días y me lo llevé en el coche al trastero de casa para poder preparar la instalación más cómodamente.


Como ya dije, alguno de los tornillos no salía ni a la de tres, por lo que tuve que avellanar la madera para rebajar el agujero y poder desenroscarlos con unos alicates de punta, así que quedaron unos huecos que reparé y nivelé con una masilla de madera, de venta en ferretería, barata, barata. El color me daba igual porque no se iba a ver tras colocar las láminas de vinilo.








Coloqué las piezas extendidas en el suelo y sobre ellas las láminas auto adhesivas, sin despegar el papel, sólo para presentarlas y ver el efecto. Había que decidir por dónde empezar para desperdiciar el menor número de recortes y que el resultado estético resultase óptimo.







Materiales necesarios: un buen cúter, recambios de cuchillas, una regla larga, un lápiz, buen pulso y decisión al cortar. También un pañuelo o paño para secar el sudor, es lo que tiene hacer bricolaje en el verano.
Decidí, no utilizar pegamento de contacto suplementario, sólo el que viene en las láminas. Ya iré viendo si se despegan por alguna parte con el tiempo y, de ser así, ya lo iré reparando.
Pegada la primera lámina con decisión en la pieza central y más grande, seguí con el resto ya en el barco para conseguir que las líneas que crean el efecto de la teka quedasen alineadas.


Nuevo transporte del contrachapado de madera, carga y descarga otra vez, no todo va a ser trabajo fino de orfebrería.
Música, unas cervezas y a darle duramente al corte y confección. Ves que el trabajo avanza más lento de lo que desearías, que el dedo te duele de cargar el cúter, que sudas con el calor. Pero también ves los resultados y estás contenta.
Tras día y medio de cortar y pegar acabo de reparar el suelo, incluso me sobran algunas láminas y forró las escaleras de entrada, que también tenían su trote y su desgaste.

























Orgullosa de mi misma, de haber acabado sin un sólo corte ni herida sangrante que destacar, miro para el suelo y sonrío. Parece otro, le he sacado unos años de encima a mi velero.
Y después de este gratificante trabajo a disfrutar del barco navegando, que para eso está.
Espero que todo este relato sea de utilidad a algún otro navegante.
Fin de la historia.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Travesía Cambrills-Motril

El día 17 de agosto salimos tres navegantes de Santiago de Compostela rumbo a Barcelona y destino final Cambrills.
El objetivo de este viaje era ir a buscar el barco que se ha comprado un amigo, un Elan 333 que iba a cambiar el Mar Mediterráneo por el Océano Atlántico.
Llegamos sin mayores sobresaltos al Club Naútico de Cambrills donde nos esperaba el velero, seguramente tan ansisoso como su nuevo armador y sus ayudantes de iniciar la travesía.



Como ya era sábado a la noche, nos dedicamos a arrancharlo, ordenarlo y limpiarlo, puesto que hasta el lunes non podíamos compras los víveres y algún que otro utensilio necesario.


El lunes por la tarde, a las 16:00 PM partimos de Cambrills rumbo a las Columbretes, donde teníamos previsto fondear. Pero el tiempo no nos acompañó, viento, lluvia y mar, como se parecía este mar al nuestro.
Seguimos travesía y a la altura del Golfo de Valencia, pero alejados de costa bastantes millas, empezamos a ver cómo se formaban varias trombas marinas en lontananza. Piensas, "Con lo grande que es el mar seguro que no tenemos ninguna cerca". Error, nos apareció una sin previo aviso a unos 200 metros. Verla tan cerca, observar como levanta el agua de la superficie del mar hace que te acojones y que te des cuenta de lo poco que somos ante la naturaleza. Bajamos mayor a toda pastilla, metimos caña al motor y salimos por patas. Que medo mamaiña!. Me cagué por la pata abajo, no tengo rubor en reconocerlo. Evidentemente no hay fotos, no estábamos para conachadas.
Tras más de 30 horas navegando y bastante cansados por la travesía y la meto inestable decidimos entrar en el Puerto de Denia para dormir amarrados y tranquilos. Y justo cuando estamos entrando sale el Ferry de Balearia. Menos mal que nos dio tiempo a esperar en un metido de la bocana a que pasara. Que grande se ve al lado del velero.
Nos quedamos en el Náutico esa noche y después de repostar gasoil y agua salimos por la mañana a las 10:00 AM rumbo a Cabo de Palos, donde nos esperaba otro tripulante que se iba a enrolar en un par de etapas.




Atracamos en la bocana de la entrada porque el calado del barco hizo que tocase levemente la orza en el fondo cuando nos dirigíamos al Club donde nos habían facilitado una plaza de atraque. Sin mayores daños.
Allí pasamos la noche, no sin antes probar un arroz al caldero muy sabroso y disfrutar de la hospitalidad de nuestro acompañante cabopalero. ¡Acho!










A las 10:00 AM salimos de Cabo de Palos rumbo a Motril, navegación nocturna incluida, donde llegamos sobre las 17:00 PM del día siguiente.


Tras una ducha rápida, dos de los tripulantes cogimos un autobús a Málaga para ir al aeropuerto y montar en el avión de las 07:30 AM que nos depositó de nuevo en Santiago de Compostela.


Doy las gracias a nuestro fabuloso equipo de tierra, que nos consiguió los traslados para poder engranar todo el viaje de sábado a sábado y que desarrolló una labor logística maravillosa.
Todo el viaje fue una experiencia en todos los sentidos.
El barco y sus nuevos tripulantes siguieron singladura. Actualmente el velero está en Vigo, esperando que esta semana lo traigan por fin a su puerto base de Sada.
Fin.