Al fin tuve tiempo de empezar y acabar la reparación del suelo interior de mi barco. Estaba muy deteriorado, ya son muchos años a sus espaldas. En las fotos parece que estaba mejor que su estado real, cuanto engaña la fotografía incluso sin el “potosho”.
El suelo es de contrachapado de 12 cm de espesor forrado con una chapa muy fina de madera, alistonada y barnizada, en su origen seguro que preciosa pero ahora estaba hecha un desastriño.
Intenté lijarla para después barnizar pero el escaso grosor hacía que la madera decorativa desapareciese, así que esta opción quedó descartada rápidamente.
Como el contrachapado está en muy buen estado busqué algún material para forrarlo, siempre teniendo en cuenta la relación calidad-precio.
Descartados los materiales "náuticos" por su elevado precio, no pongo en duda su aparente calidad, y tras bucear en este foro, la sapiencia de los ilustres cofrades me hizo decantarme por el material de Gerflor.
Escogí la gama Senso Nautic, artículo TECK BOAT. Son lamas auto adhesivas de 91,4*15,2 cm, fáciles de cortar y de instalar. Me gustaba más otro, pero sólo lo vendían en rollos de 30 m. y yo no necesitaba tanto material.
El resultado es muy bueno, espero que dure unos añitos, y el coste y el trabajo muy asumibles.
Tengo que agradecer el exquisito trato de Ana, me atendió de maravilla, despejo todas mis dudas y me aconsejo estupendamente. La web de la empresa es www.suelosdevinilo.es, por si es de interés.
El proceso fue el siguiente:
Desarmé el suelo del barco, las piezas estaban atornilladas y ya me costó lo mío quitar los tornillos satánicos oxidados, podridos y jode chinches que se partían al sacarlos.
Lo limpié minuciosamente por todos los recovecos, simplemente estropajo suave, agua y jabón, lo que mejor limpia de toda la vida. Lo dejé secar sin prisas varios días y me lo llevé en el coche al trastero de casa para poder preparar la instalación más cómodamente.
Como ya dije, alguno de los tornillos no salía ni a la de tres, por lo que tuve que avellanar la madera para rebajar el agujero y poder desenroscarlos con unos alicates de punta, así que quedaron unos huecos que reparé y nivelé con una masilla de madera, de venta en ferretería, barata, barata. El color me daba igual porque no se iba a ver tras colocar las láminas de vinilo.
Coloqué las piezas extendidas en el suelo y sobre ellas las láminas auto adhesivas, sin despegar el papel, sólo para presentarlas y ver el efecto. Había que decidir por dónde empezar para desperdiciar el menor número de recortes y que el resultado estético resultase óptimo.
Materiales necesarios: un buen cúter, recambios de cuchillas, una regla larga, un lápiz, buen pulso y decisión al cortar. También un pañuelo o paño para secar el sudor, es lo que tiene hacer bricolaje en el verano.
Decidí, no utilizar pegamento de contacto suplementario, sólo el que viene en las láminas. Ya iré viendo si se despegan por alguna parte con el tiempo y, de ser así, ya lo iré reparando.
Pegada la primera lámina con decisión en la pieza central y más grande, seguí con el resto ya en el barco para conseguir que las líneas que crean el efecto de la teka quedasen alineadas.
Nuevo transporte del contrachapado de madera, carga y descarga otra vez, no todo va a ser trabajo fino de orfebrería.
Música, unas cervezas y a darle duramente al corte y confección. Ves que el trabajo avanza más lento de lo que desearías, que el dedo te duele de cargar el cúter, que sudas con el calor. Pero también ves los resultados y estás contenta.
Tras día y medio de cortar y pegar acabo de reparar el suelo, incluso me sobran algunas láminas y forró las escaleras de entrada, que también tenían su trote y su desgaste.
Orgullosa de mi misma, de haber acabado sin un sólo corte ni herida sangrante que destacar, miro para el suelo y sonrío. Parece otro, le he sacado unos años de encima a mi velero.
Y después de este gratificante trabajo a disfrutar del barco navegando, que para eso está.
Espero que todo este relato sea de utilidad a algún otro navegante.
Fin de la historia.